Hablar de parir es recrear en la
mente el doloroso momento en que un bebé viene al mundo por la vía natural, es
decir, atravesando el canal de parto hasta salir al exterior. Ese momento
mágico y aparentemente terrible, lo hemos visto en películas, telenovelas,
vídeos, y en algunos casos, lo hemos experimentado en vivo, pero la impresión
es siempre la misma: se sufre.
Por eso nos resulta tan raro ese
asunto de que hay mujeres capaces de tener, nada más y nada menos que un
orgasmo, al momento de traer un hijo al mundo. Sin embargo esta aparente
contradicción tiene una respuesta biológica. Resulta que la presión que ejerce la
cabeza del bebé en el sistema nervioso pélvico estimula muchos de los puntos
que juegan un papel determinante en los orgasmos de clítoris, vaginales y
cervicales.
Además, durante el parto tienen
lugar enormes movimientos hormonales, se libera mucha más prolactina, oxitocina
y betaendorfinas, todas estas “moléculas del éxtasis”. Y por extraño que
parezca, durante el orgasmo y durante el dolor se encienden exactamente las dos
mismas áreas del cerebro.
Todo comienza en el
embarazo
La mayoría de las mujeres
embarazadas experimenta un aumento en el deseo sexual, esto se debe
principalmente a los cambios hormonales y físicos. Estos, producen hinchazón de
los labios mayores y menores, así como una mayor lubricación de la vagina
durante el coito, lo que puede estimular los multiorgasmos. Ciertamente, en
este momento las relaciones íntimas suelen ser más excitantes y satisfactorias
que antes, pues los niveles de progesterona y estrógeno aumentan de forma
considerable.
Este incremento hormonal es
responsable además, del aumento de volumen en los pechos y de que los órganos
sexuales estén más sensibles de lo normal, asimismo, del incremento de riego
sanguíneo que hace que las secreciones vaginales sean más abundantes y la mujer
esté mejor preparada para la penetración. En épocas pasadas, no se tenía toda
esta información, sino la errónea creencia de que un orgasmo podía desencadenar
un parto prematuro por las contracciones uterinas que se producían, pero eso ya
está totalmente descartado.
Siempre el qué dirán
El mayor problema en torno a los
orgasmos durante el parto no tiene que ver con lo biológico, sino con la
“moral”, pues para mucha gente es incorrecto, por llamarlo de alguna manera,
asociar la idea de algo placentero con el parto, así como el tener sentimientos
de orden sexual durante el nacimiento de los hijos. Por lo que si una mujer,
siente durante el alumbramiento algún tipo de placer, seguramente lo neutralizará
de forma inconsciente.
Además, hoy en día los partos se
llevan a cabo en hospitales llenos de gente, con monitores, controles
constantes, carencia absoluta de privacidad, algo de estrés y nervios, y así
quién puede disfrutar de un orgasmo. Esta falta de intimidad hace que a muchas
les cueste desinhibirse y entrar en el estado emocional y psicológico adecuado
para que la naturaleza siga su ritmo. Pero al parecer no todo está en la mente,
pues varios especialistas insisten en que lograr esta sensación orgásmica
“depende de la anatomía de cada mujer”.
Estudios probatorios
La investigación más reciente al respecto, realizada en
Francia por el psicólogo Thierry Postel, quien entrevistó a más de 950
matronas, que en conjunto habían atendido más de doscientos mil partos, reveló
que el 0,3% de quienes daban a luz aseguraban haber tenido sensaciones
similares a las de un orgasmo durante el trabajo de parto. Incluso algunas
hablaban de partos multiorgásmicos. Los resultados, para el especialista,
“establecen el hecho de que existe el placer obstétrico”.
En cifras concretas, las parteras reportaron 668 casos en
los que las madres confirmaban que habían tenido orgasmos durante el nacimiento
de sus hijos. En otros 868, las matronas aseveraron que ellas habían visto en
las madres signos de placer durante el momento del parto. Sin embargo, a pesar
de los crecientes estudios al respecto, el orgasmo experimentado al dar a luz
seguirá siendo tabú, al menos por un tiempo, y por una sola razón: rompe con el
paradigma del parto como una instancia de dolor, donde parece absolutamente
descabellado pensar que una parturienta pudiera experimentar placer sexual.
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